Fase III detoxificación: clave para eliminar toxinas del cuerpo
En la medicina funcional es común hablar de la fase I y II de detoxificación hepática. Sin embargo, existe una tercera etapa —menos conocida pero igual de crítica— llamada fase III de detoxificación. Esta última fase es la responsable de movilizar y eliminar de forma efectiva las toxinas procesadas, evitando su recirculación en el cuerpo. Sin un soporte adecuado de la fase III, los protocolos de detox pueden resultar incompletos, e incluso contraproducentes.
Comprender en profundidad la fisiología de la fase III permite diseñar estrategias de detoxificación más efectivas y seguras, beneficiando la salud integral de los pacientes y apoyando una verdadera regeneración celular.
¿Qué es la fase III de detoxificación?
La fase III de detoxificación comprende los mecanismos que transportan las toxinas desde las células del hígado, los riñones y el intestino hacia el exterior del cuerpo, a través de la bilis y la orina. Las proteínas transportadoras específicas (como MRP, OATP y P-glicoproteína) juegan un papel esencial en esta fase, permitiendo que los productos de la fase I y II sean excretados correctamente.
Si la fase III no funciona de manera óptima, las toxinas pueden volver a la circulación sistémica mediante un fenómeno conocido como recirculación enterohepática. Este proceso genera una carga tóxica persistente que puede empeorar síntomas como fatiga crónica, inflamación, disfunción inmunitaria e incluso problemas neurológicos.
La importancia del flujo biliar en la fase III
El flujo adecuado de bilis es fundamental para una detoxificación eficaz. La bilis no solo emulsiona las grasas, sino que también transporta toxinas lipofílicas hacia el intestino para su eliminación. Cuando el flujo biliar es lento —una condición conocida como colestasis—, la eliminación de toxinas se ve comprometida.
Factores como enfermedades hepáticas, cálculos biliares, disbiosis intestinal o incluso desequilibrios hormonales (como el exceso de estrógenos) pueden reducir la producción y el flujo de bilis. En estos casos, el riesgo de que las toxinas se acumulen o recirculen aumenta considerablemente, afectando tanto la salud hepática como la microbiota intestinal.
Bitters y fitonutrientes para estimular la fase III
El uso de hierbas amargas o “bitters” es una estrategia tradicional y respaldada por la ciencia moderna para promover el flujo biliar y potenciar la detoxificación. Plantas como el diente de león, la mirra, el cardo mariano, la genciana y el solidago contienen compuestos bioactivos que estimulan la producción de bilis y activan transportadores celulares claves en la fase III.
Por ejemplo, la silimarina (del cardo mariano) no solo mejora la producción de bilis, sino que también protege los transportadores celulares MRP2 y BSEP, facilitando la excreción de toxinas. El uso estratégico de bitters en protocolos de detoxificación mejora la eficacia general y reduce las reacciones adversas asociadas a la recirculación de toxinas.
El papel de los binders en la detoxificación intestinal
Otro pilar de la fase III es el uso de binders (agentes de unión) en el intestino. Estos compuestos actúan adsorbiendo toxinas, atrapándolas en el tracto digestivo para ser eliminadas en las heces, evitando así su reabsorción.
Entre los binders más efectivos se encuentran el carbón activado, la arcilla bentonita y el quitosano. Estos agentes son capaces de captar una amplia gama de toxinas, incluidos metales pesados, micotoxinas y lipopolisacáridos (LPS), compuestos bacterianos altamente inflamatorios. Al incorporar binders en el protocolo de detox, se minimizan síntomas como fatiga, niebla mental, dolores articulares y trastornos digestivos, típicos de una detoxificación incompleta.
La fosfatidilcolina: clave para la integridad celular
La fosfatidilcolina (PC) es otro nutriente esencial en la fase III de detoxificación. No solo forma parte fundamental de las membranas celulares y de las vesículas de bilis, sino que también protege a las células hepáticas del estrés oxidativo generado durante el proceso de detoxificación.
Una deficiencia de PC puede reducir el flujo biliar y aumentar el daño hepático, comprometiendo la eliminación de toxinas. La suplementación con fosfatidilcolina, especialmente en forma liposomal, mejora la integridad de las membranas, potencia el flujo de bilis y facilita una detoxificación más segura y efectiva.
Riñones: los grandes olvidados de la detoxificación
Aunque la atención suele centrarse en el hígado, los riñones desempeñan un papel crucial en la eliminación de toxinas hidrosolubles. Filtran diariamente más de 150 litros de sangre y eliminan compuestos como amoníaco, urea, creatinina y productos derivados de la fase II de detox hepática.
Apoyar la función renal durante un protocolo de detoxificación es fundamental para evitar una sobrecarga tóxica. Hierbas como el diente de león, el hongo medicinal Fu Ling y la planta He Shou Wu han demostrado proteger los tejidos renales y mejorar la excreción urinaria de toxinas, gracias a su capacidad antioxidante y su efecto sobre las proteínas transportadoras renales.